El Eterno Femenino resplandece no solamente en eso que no tiene nombre, no solamente en el Espíritu Universal de Vida, no solamente en las estrellas que se atraen y repelen de acuerdo con la Ley de las Polaridades.
El Eterno Femenino resplandece también dentro del átomo, dentro de los iones, dentro de los electrones, dentro de los protones, en las partículas más infinitesimales de todo eso que vibra y palpita en la creación.
El Eterno Femenino hace compás maravilloso con el Eterno Masculino, para crear y volver nuevamente a crear.
El Eterno Femenino, Dios mismo convertido en Madre, labora intensivamente en esta creación.
El Eterno Femenino es el rayo que despierta las conciencias adormecidas de los hombres”.
Samael Aun Weor
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